El 14 de abril de 2002 las autoridades españolas realizaban de nuevo una importante operación contra la estructura internacional de Al Qaeda al detener en su domicilio de Barcelona a Ahmed Brahim, acusado de ser uno de los "tesoreros" de la organización terrorista y de estar relacionado con la financiación del atentado contra las embajadas americanas de Kenia y Tanzania.
La importancia de la detención era destacada por el ministro del Interior, Mariano Rajoy, y por el director de la Guardia Civil, López Valdivieso. El Ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué afirmó que "poco a poco se van desmantelando todas las tramas relacionadas con Al Qaeda". La detención de Brahim culminaba una investigación iniciada siete meses antes por la Guardia Civil y la Policía Nacional a partir de los datos de la agenda de Mamdouh Mahmud Salim, detenido en Alemania en 1998 por participar en los atentados contra las embajadas americanas de Nairobi y Dar es Salam.
El caso de Ahmed Brahim resulta muy interesante porque de las tres personas mencionadas en la carta de Serhane El Tunecino es el único del que se tiene constancia de que mantuviese contactos con él.
La principal acusación contra Ahmed Brahim estaba respaldada por el hecho de que en octubre de 2001 las autoridades de Luxemburgo bloquearon 2 millones de euros de las cuentas de Brahim en ese país. En julio de 2002 la Sección Tercera de la Audiencia Nacional confirmó la prisión provisional utilizando como argumento el que en sus declaraciones no hubiese justificado la procedencia de ese dinero. Lo cuál no es cierto porque Ahmed Brahim dejó claro que había trabajado durante muchos años en Suecia en empresas relacionadas con la construcción y maquinaria, haciendo de intermediario con las autoridades en Argelia. También tenía relaciones con empresas en Alemania y Canadá.
Como curiosidad conviene destacar la confusión de los primeros días sobre la nacionalidad del detenido. Parece que en los primeros instantes se llegó a afirmar desde el Ministerio del Interior que Ahmed Brahim tenía nacionalidad saudí, lo que llevó al error a algunas publicaciones como El País. Por desgracia ni en la web del ministerio, ni en la de la Guardia Civil se encuentra nota de prensa original de la detención. La confusión se podría explicar porque en las listas de terroristas más buscados aparece Ahmed Ibrahim al-Mughassil, alias Abu Omran, tesorero y fundador de Al Qaeda, cuyo nombre tiene gran similitud con el de Ahmed Brahim. Abu Omran está incluido en las listas de terroristas que el Departamento del Tesoro de EEUU elaboró después del 11-S y cuyas cuentas tenían que ser bloqueadas.
Como viene siendo habitual los grandes titulares de los primeros días se diluyeron y en el juicio únicamente fue acusado de pertenencia a grupo terrorista por reunirse con personas sospechosas de pertenecer a Al Qaeda, con los que estaría trabajando en un proyecto de difusión del islam, que el tribunal sentenció que era de difusión de fatwas para la justificación de acciones terroristas. Fue condenado a 10 años de prisión y el tribunal Supremo ratificó la condena, pero con dos votos particulares de Martín Pallín y Perfecto Andrés Ibañez, que entendían que los hechos no se correspondían con la integración en grupo terrorista, sino que se podían tipificar como de incitación al odio por motivo religioso o enaltecimiento terrorista.
Las cuentas en Luxemburgo y España ya habían sido totalmente desbloqueadas en 2003 y del blanqueo de dinero y de la financiación del terrorismo nunca más se volvió a saber. De lo que sí nos enteramos es de la relación de Ahmed Brahim con Serhane el Tunecino, ya que la investigación descubrió que Ahmed Brahim tenía su número de teléfono en su agenda y que habían estado en contacto en varias ocasiones.
Después del 11-M aparecieron varias informaciones en la prensa sobre los contactos entre ambos. Brahim reconoció que le dieron su nombre en la mezquita de la M-30 cuando se interesó por la compra de una vivienda en Madrid, ya que Serhane se dedicaba a temas inmobiliarios, aunque finalmente Brahim descartó la compra. Tras su detención en abril de 2002 su mujer y su hija se trasladaron a Madrid y se alojaron unos días en casa de Serhane, siendo detectadas por la policía que en esas fechas vigilaba al Tunecino. Finalmente compraron o alquilaron una vivienda en Madrid que el Tribunal considera probado que fue avalada por el propio Serhane.
Lo que no aparece en esas informaciones es que el tribunal en la sentencia afirma que desde el teléfono de Brahim en Palma se realizaron cuatro llamadas al del Tunecino en 1998. Quizás es un error del tribunal al redactar la sentencia porque sorprende que ese hecho haya pasado desapercibido. También se ha publicado que uno de los abogados contactados por la familia para hacerse cargo de su defensa fue Vicente Ibor, el concejal del PP que llevaba la defensa de Lamari, Benesmail y Said Chedadi. Pero lo que sorprendentemente no se ha publicado es que la persona que intermedió en la búsqueda era el propio Serhane.
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La importancia de la detención era destacada por el ministro del Interior, Mariano Rajoy, y por el director de la Guardia Civil, López Valdivieso. El Ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué afirmó que "poco a poco se van desmantelando todas las tramas relacionadas con Al Qaeda". La detención de Brahim culminaba una investigación iniciada siete meses antes por la Guardia Civil y la Policía Nacional a partir de los datos de la agenda de Mamdouh Mahmud Salim, detenido en Alemania en 1998 por participar en los atentados contra las embajadas americanas de Nairobi y Dar es Salam.
El caso de Ahmed Brahim resulta muy interesante porque de las tres personas mencionadas en la carta de Serhane El Tunecino es el único del que se tiene constancia de que mantuviese contactos con él.
La principal acusación contra Ahmed Brahim estaba respaldada por el hecho de que en octubre de 2001 las autoridades de Luxemburgo bloquearon 2 millones de euros de las cuentas de Brahim en ese país. En julio de 2002 la Sección Tercera de la Audiencia Nacional confirmó la prisión provisional utilizando como argumento el que en sus declaraciones no hubiese justificado la procedencia de ese dinero. Lo cuál no es cierto porque Ahmed Brahim dejó claro que había trabajado durante muchos años en Suecia en empresas relacionadas con la construcción y maquinaria, haciendo de intermediario con las autoridades en Argelia. También tenía relaciones con empresas en Alemania y Canadá.
Como curiosidad conviene destacar la confusión de los primeros días sobre la nacionalidad del detenido. Parece que en los primeros instantes se llegó a afirmar desde el Ministerio del Interior que Ahmed Brahim tenía nacionalidad saudí, lo que llevó al error a algunas publicaciones como El País. Por desgracia ni en la web del ministerio, ni en la de la Guardia Civil se encuentra nota de prensa original de la detención. La confusión se podría explicar porque en las listas de terroristas más buscados aparece Ahmed Ibrahim al-Mughassil, alias Abu Omran, tesorero y fundador de Al Qaeda, cuyo nombre tiene gran similitud con el de Ahmed Brahim. Abu Omran está incluido en las listas de terroristas que el Departamento del Tesoro de EEUU elaboró después del 11-S y cuyas cuentas tenían que ser bloqueadas.
Como viene siendo habitual los grandes titulares de los primeros días se diluyeron y en el juicio únicamente fue acusado de pertenencia a grupo terrorista por reunirse con personas sospechosas de pertenecer a Al Qaeda, con los que estaría trabajando en un proyecto de difusión del islam, que el tribunal sentenció que era de difusión de fatwas para la justificación de acciones terroristas. Fue condenado a 10 años de prisión y el tribunal Supremo ratificó la condena, pero con dos votos particulares de Martín Pallín y Perfecto Andrés Ibañez, que entendían que los hechos no se correspondían con la integración en grupo terrorista, sino que se podían tipificar como de incitación al odio por motivo religioso o enaltecimiento terrorista.
Las cuentas en Luxemburgo y España ya habían sido totalmente desbloqueadas en 2003 y del blanqueo de dinero y de la financiación del terrorismo nunca más se volvió a saber. De lo que sí nos enteramos es de la relación de Ahmed Brahim con Serhane el Tunecino, ya que la investigación descubrió que Ahmed Brahim tenía su número de teléfono en su agenda y que habían estado en contacto en varias ocasiones.
Después del 11-M aparecieron varias informaciones en la prensa sobre los contactos entre ambos. Brahim reconoció que le dieron su nombre en la mezquita de la M-30 cuando se interesó por la compra de una vivienda en Madrid, ya que Serhane se dedicaba a temas inmobiliarios, aunque finalmente Brahim descartó la compra. Tras su detención en abril de 2002 su mujer y su hija se trasladaron a Madrid y se alojaron unos días en casa de Serhane, siendo detectadas por la policía que en esas fechas vigilaba al Tunecino. Finalmente compraron o alquilaron una vivienda en Madrid que el Tribunal considera probado que fue avalada por el propio Serhane.
Lo que no aparece en esas informaciones es que el tribunal en la sentencia afirma que desde el teléfono de Brahim en Palma se realizaron cuatro llamadas al del Tunecino en 1998. Quizás es un error del tribunal al redactar la sentencia porque sorprende que ese hecho haya pasado desapercibido. También se ha publicado que uno de los abogados contactados por la familia para hacerse cargo de su defensa fue Vicente Ibor, el concejal del PP que llevaba la defensa de Lamari, Benesmail y Said Chedadi. Pero lo que sorprendentemente no se ha publicado es que la persona que intermedió en la búsqueda era el propio Serhane.