Dos noticias contrapuestas en la edición de hoy del diario El Mundo.
Por una parte desde Valencia C. Toledo nos informa de que la juez que instruye la causa por el accidente de metro de julio de 2006 ha permitido a Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) la destrucción de los restos del accidente al concluir el proceso judicial.
Y por otra Manuel Marraco nos recuerda lo ocurrido con los trenes del 11-M, que fueron desguazados en los días siguientes a la masacre, lo que ha se ha convertido en una gran polémica sobre todo a raiz de la sentencia del Supremo en la que se critica tanta celeridad.
Marraco cuenta que no consta ni autorización del juez Del Olmo para ese desguace, ni orden para que no se llevase a cabo. Se da la paradoja de que el presidente del Tribunal de la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez, autorizó dos semanas antes del juicio a una de las defensas a realizar una inspección ocular de los vagones que no se pudo llevar a cabo por motivos obvios: Renfe certificaba que no existían esos vagones desde marzo de 2004.
También menciona que en 2006 el sindacto Manos Limpias presentó una querella contra Del Olmo y Olga Sánchez por presunta destrucción de pruebas. Querella que fue rechazada por el Tribunal Supremo argumentando que ya se habían hecho las pericias necesarias. Pero a los pocos meses se autorizaron nuevas pericias que no llegaron a ser concluyentes por la falta de muestras, motivo por el cuál ahora el Supremo ya no ve con tan buenos ojos lo que antes le parecía correctísimo.
Anécdota: ¿Se desguazaron todos los vagones? ¡No! Un irreductible vagón, en el que explotó la única bomba del tren de Santa Eugenia, fue completamente reparado y en estos momentos estará prestando servicio en alguna de las líneas de cercanías en Madrid. Por supuesto que ya no quedará rastro alguno de la explosión.
Por una parte desde Valencia C. Toledo nos informa de que la juez que instruye la causa por el accidente de metro de julio de 2006 ha permitido a Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) la destrucción de los restos del accidente al concluir el proceso judicial.
Y por otra Manuel Marraco nos recuerda lo ocurrido con los trenes del 11-M, que fueron desguazados en los días siguientes a la masacre, lo que ha se ha convertido en una gran polémica sobre todo a raiz de la sentencia del Supremo en la que se critica tanta celeridad.
Marraco cuenta que no consta ni autorización del juez Del Olmo para ese desguace, ni orden para que no se llevase a cabo. Se da la paradoja de que el presidente del Tribunal de la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez, autorizó dos semanas antes del juicio a una de las defensas a realizar una inspección ocular de los vagones que no se pudo llevar a cabo por motivos obvios: Renfe certificaba que no existían esos vagones desde marzo de 2004.
También menciona que en 2006 el sindacto Manos Limpias presentó una querella contra Del Olmo y Olga Sánchez por presunta destrucción de pruebas. Querella que fue rechazada por el Tribunal Supremo argumentando que ya se habían hecho las pericias necesarias. Pero a los pocos meses se autorizaron nuevas pericias que no llegaron a ser concluyentes por la falta de muestras, motivo por el cuál ahora el Supremo ya no ve con tan buenos ojos lo que antes le parecía correctísimo.
Anécdota: ¿Se desguazaron todos los vagones? ¡No! Un irreductible vagón, en el que explotó la única bomba del tren de Santa Eugenia, fue completamente reparado y en estos momentos estará prestando servicio en alguna de las líneas de cercanías en Madrid. Por supuesto que ya no quedará rastro alguno de la explosión.
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